Más allá del impacto en la producción de cada una de ellas, los expertos ponen el acento en el uso que hacen los consumidores
Que cada vez, aunque poco a poco, hay más ciudadanos comprometidos con el medio ambiente en mayor o menor medida, parece algo innegable. Pero más innegable es aún que, día que pasa, se lo ponen más difícil. Solo hay que ver el galimatías en que se ha convertido, desde hace tiempo, el mundo de las bolsas (hay de todo tipo) que uno puede encontrar al acudir a los distintos comercios: de plástico de un solo uso, de papel, de bioplástico compostables (no todas están hechas con los mismos compuestos), reutilizables (de rafia o de otros materiales, como de tela)… ¿Cómo podemos saber cuál es la que daña menos al medioambiente? Pues no hay una única respuesta, y ahí radica el problema.
Los expertos explican que, efectivamente, es posible calcular el impacto que la producción de un tipo determinado de bolsa puede tener para el medioambiente. Pero eso no es suficiente. Este dato, aseguran, no puede desligarse del uso que pueda hacer posteriormente el ciudadano.
Es por ello que los investigadores del ramo, cuando hacen estudios, lo que comparan son funciones, y no tanto los materiales con los que están hechas. “Sí, miramos su ciclo de vida, pero en base a un uso, a una función”, explica a La Vanguardia Jordi Oliver, director ejecutivo de Inèdit, un estudio de ecoinnovación estratégica nacido de la Universitat Autònoma de Barcelona.
Por ejemplo –prosigue-, se puede hacer un cálculo sobre la compra para un mes. “En bolsas de plástico de un solo uso, harían falta unas 30, pero si tengo una reutilizable y la voy reutilizando, usaré una”. Explica que es necesario generar un escenario y comparar las distintas bolsas en base a la función que están satisfaciendo. “No puedes comparar una bolsa de plástico de un solo uso con una reutilizable que utilices una sola vez, porque te saldrá peor la reutilizable. Hay que mirar su ciclo de usos”. De ahí que asevere que “no se le puede decir al consumidor qué bolsa es mejor”. «Depende», afirma.
Lo que sí se le puede explicar, asevera, “es que está bien promover las opciones reutilizables, más durables”. “En principio, son estrategias favorables. Pero claro, hay que aplicarlo”, sostiene. Si tienes una bolsa reutilizable –apunta- pero por lo que sea no la reutilizas, “es desastroso porque en su composición hay más materiales y es la que tiene peor impacto ambiental en su producción”. Ahora, si la reutilizas mucho y así te evitas la utilización de bolsas de un solo uso, “aquí estás ganando ambientalmente”.
Sabemos, por consiguiente, que para comparar distintas bolsas no solo hay que mirar su impacto ambiental, sino también el uso que hará el consumidor. La pregunta es: ¿hay estudios que analicen estas variables? Sí, pero sus conclusiones tampoco es que vayan a ayudar en demasía al usuario a la hora de decidirse por una u otra bolsa. ¿Por qué? Porque hay infinitos condicionantes.
Cogemos como referencia, por ejemplo, un meta análisis (disección de muchos estudios publicados) que hizo la ONU en el 2020 sobre el análisis del ciclo de vida de las bolsas de plástico de un solo uso y sus alternativas. La investigación concluye que la mejor opción desde un punto de vista ambiental es una bolsa reutilizable de PE (polietileno) o PP (polipropileno), pero siempre -y ahí va uno de los primeros condicionantes, y el más importante- que se utilicen un número suficiente de veces para compensar el impacto ambiental de su producción.
El estudio explica que las bolsas de PE reutilizables tienen un impacto ambiental menor que las bolsas de un solo uso, pero siempre teniendo en cuenta las tasas de utilización. El grado de uso que hace de la bolsa de plástico reutilizable una mejor opción varía de 4 a 20 veces para las bolsas reutilizables hechas de material virgen y 8 veces para las hechas de PE reciclado.
Una investigación concluye que la mejor opción es una bolsa reutilizable de PE (polietileno) o PP (polipropileno)
La investigación analiza más tipos de bolsas. Por ejemplo, defiende que una bolsa reutilizable de LDPE (polietileno de baja densidad) tiene menos impactos ambientales que una de plástico de un solo uso convencional -la LDPE que no está pensada para tener varios usos y con un gramaje menor que la reutilizable- siempre que se utilice de 5 a 10 veces más que esta última. Sin embargo, hay estudios que aseguran que la tasa media de reutilización de este tipo de bolsa en EE.UU. es solo del 3,1. “Solo es una mejor opción si realmente se reutiliza”, subraya Jordi Oliver.
Aquí no acaban los condicionantes, y es que la ONU compara más tipologías de bolsas (hay una infinidad) en su meta análisis. Explica que las PP durables son más pesadas que las bolsas de LDPE reutilizables, pero por el contrario, como su nombre indica, duran más. En consecuencia, para que sean más competitivas desde el punto de vista ambiental tienen que ser usadas más veces.
En este sentido, los datos sugieren que se utilizan una media de 14,6 veces en los EE.UU., que es aproximadamente lo que se necesita para que las bolsas PP sean más competitivas que las bolsas de plástico convencionales de un solo uso.
Las bolsas de algodón tienen un impacto elevado debido a la huella ambiental del cultivo de esta planta textil
“Las bolsas de algodón tienen un impacto elevado debido a la huella ambiental del cultivo de esta planta textil», arguye Oliver. «Pueden ser una buena alternativa (durable, reparable, rentable…), pero se hace necesario garantizar centenares de usos”, agrega.
También está la comparativa entre bolsas de un solo uso. Aquí el meta análisis explica que las de plástico rígido “tienen una mejor clasificación que las bolsas de papel y las biodegradables de un solo uso en casi todas las categorías ambientales”. Donde las de LDPE o HDPE (polietileno de alta densidad) tienen una peor calificación es en su potencial como desecho.
Fuente: LA VANGUARDIA